Desde muy joven, Karina Lozupone sintió que había algo más guiando su camino. Una energía distinta, una percepción que se activaba cada vez que ponía intención en una acción. Esa sensibilidad temprana fue el primer indicio de un recorrido que, con los años, se transformaría en su propósito de vida.

A los 19 años, un encuentro marcaría un antes y un después. Una empresaria de taxis y tarotista la invitó a su casa y le reveló con precisión acontecimientos que luego se cumplieron tal como habían sido anunciados. Fue en ese momento cuando recibió una afirmación clave: debía trabajar con la energía de Saint Germain y formarse en tarot. Aunque ese mensaje quedó latente durante años, en 2013 Karina dio el primer paso concreto cuando llegaron a sus manos sus primeras cartas de los Arcángeles. A partir de allí comenzó un proceso de aprendizaje profundo, acompañado por la lectura de Saint Germain y una formación progresiva que la llevó al tarot Rider.
Su camino no fue lineal ni rígido. Pasó por distintos maestros, creencias y corrientes energéticas, entendiendo que cada experiencia la ayudaba a definir con quién trabajar, cómo hacerlo y desde qué lugar. Hoy, Karina combina el tarot terapéutico con un amplio abanico de disciplinas: constelaciones familiares, registros akáshicos, reiki y terapia de sonido, herramientas que integra de manera consciente y amorosa en cada sesión.

Durante muchos años fue reconocida públicamente como estilista, y salir de esa “carátula” no fue sencillo. Sin embargo, el boca a boca, los resultados positivos y la conexión genuina con sus consultantes la fueron consolidando en este nuevo rol. “Esto es un camino de ida”, asegura. “No se puede dar marcha atrás”.
Sus dones intuitivos también se manifestaron desde siempre en su entorno cercano. Predicciones que les hacía a amigas sobre situaciones futuras se fueron cumpliendo con el tiempo, y muchas de ellas hoy forman parte de sus pacientes. Para Karina, la videncia no es un poder externo, sino una capacidad que todos poseen y que puede desarrollarse.

Lejos de los prejuicios que suelen rodear al tarot, ella lo define como una herramienta poderosa para acceder al subconsciente. “El tarot te ayuda a ver todo aquello que ya sabés, pero no podés reconocer”, explica. Desde su mirada, la energía está disponible para todos y cada persona puede convertirse en canal de información cuando aprende a desarrollarse. La magia, afirma, existe: está en las palabras, en los vínculos instantáneos, en las energías que trascienden el tiempo y el espacio.
En un contexto donde las personas comienzan a percibir con mayor claridad lo energético y lo espiritual, las consultas aumentan. Sin embargo, Karina aclara que el tarot no se limita a anticipar hechos, sino que permite comprender el porqué de las situaciones. A partir de allí, distintas técnicas ayudan a resignificar el pasado, enfocar el presente y transformar el futuro.
Sus sesiones son experiencias profundas. Comienzan con una apertura de canal crístico y una terapia de sonido con cuencos vibroacústicos aplicados sobre el cuerpo, generando un estado de armonización integral. Luego, la lectura se convierte en un viaje de autoconocimiento y autosanación. No hay tiempos definidos: una sesión puede durar una hora o más, porque —como ella dice— “no llevo reloj, llevo energías”.
De cara al futuro, Karina Lozupone tiene un objetivo claro: seguir sanándose y expandiéndose para poder ayudar a quienes la necesiten. Su mensaje es profundo y simple a la vez: todos somos parte de una misma chispa divina, conectados por un hilo invisible que une nuestras acciones con el todo. Desde el amor, el respeto y el perdón —sostiene— es posible avanzar hacia una nueva humanidad, en medio de un cambio de paradigma donde aprender a reconocerse es la clave para elegir aquello que realmente suma y hace feliz.
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Emanuel Mercado
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